Historia social
Yo, Yelitza, Mujer y Campesina (Terra TV)
La compañera Betzany Guedez, formadora y productora del equipo de Terra TV se dirigió nuevamente a la comunidad Campesina el Esfuerzo del Estado Portuguesa para realizar junto a ellos un proceso de investigación participativa y colectiva, que servirá de apoyo para la creación de un guión que se viene trabajando para hacer una ficción Campesina y popular. Nos cuenta Betzany :
“En esta oportunidad en medio de sus faenas diarias de trabajo de manera muy respetuosa se registraron audios y fotografías con algunos testimonios de las historias personales de los compañeros campesinos que decidieron ocupar las tierras que estaban haciendo ricos y pudientes a unos pocos.
Es tremenda experiencia para nosotros(a)s como comunicadore(a)s populares poder compartir y conocer la realidad que llevó a este grupo de personas a tomar la decisión de ocupar las tierras. De igual manera es muy interesante ver como hoy en día están agrupados hombres mujeres y niños conformando una comunidad productiva con nuevos valores y sentido de pertenencia por todo lo que tuvieron que pasar para obtenerla.
Algo que me causó mucho interés en sus historias es como utilizan el trueque de manera de intercambio, es una de la convivencia que caracteriza la comunidad el Esfuerzo, intercambian los rubros, se prestan los animales para reproducirlos, las semillas y hasta los huevos para echar a las gallinas, estos compañeros a través de sus acciones dan un ejemplo de solidaridad independencia, también se pudiera decir que hasta del mismo socialismo.
Esta vez quiero que se dé a conocer la historia de Yelitza una mujer de 24 años que decidió junto a su esposo liberarse del sistema opresor de los terratenientes que quieren mantener como esclavos a familias humildes y campesinas para que les cuiden sus tierras sin derecho a nada. Yelitza es una luchadora, comprometida con el trabajo colectivo, es muy organizada y le gusta que las cosas se hagan bien y sobre todo con amor, es humilde, alegre, cariñosa, con unos hijos hermosos y un esposo que la quiere y la valora. Convive junto a ellos atendiendo los animalitos y trabajando la tierra para alimentar a la familia y a los vecinos cercanos.
La historia fue escrita por ella y también grabada en audio. Aquí se la transcribo :”
Mi historia de cómo llegué al Esfuerzo, por Yelitza Pimentel
Hace 10 años yo trabajaba en fincas privadas como encargada, en ese entonces fueron rescatadas estas tierras y logramos que nos asignaran una parcela porque ya estábamos cansados mi esposo y yo de trabajarle a otro, es allí donde empezó nuestra historia como luchadores campesinos, empezamos a organizarnos a enfrentarnos y agruparnos a lo que habíamos comenzado porque ahora era que nos venía la guerra. Nos conformamos haciendo reuniones en nuestra humilde Escuela de horcones, techo de palma, y piso de tierra de ahí fuimos levantando todo, al pasar el tiempo se empezó a dar clases, mi hijo Yeiker fue uno de los primeros alumnos, muchas personas me decían saca a tu hijo de ahí porque está perdiendo el tiempo va a llegar a 6to grado y no va a tener su diploma, yo les respondía algún día se va a acomodar todo alguien nos tiene que ayudar y a dar respuesta de estas tierras. Así fue pasando el tiempo y mi hijo siguió en su escuela y nosotros siempre gestionando.
Un domingo estábamos en Guanare en una reunión porque en esos días habíamos tenido amenazas que íbamos a ser desalojados y cuando regresábamos a nuestros hogares salió una compañera con cara de asombro y desespero diciéndonos que nos apuráramos y fuéramos rápido a la escuela porque había sido quemada; De allí empieza mi gran tristeza yo me preguntaba dios mío cómo fue posible que nuestra escuela fue quemada, el día lunes estuvimos en la Escuela con aquella gran preocupación de ver a los niños tristes porque no sabían dónde iban a recibir clases entonces decidimos hacer un video con Juan Moreno (Jota) de Terra Tv, y así explotó la información fue una bomba de tiempo porque llegó a presidencia de la República y al Ministro de Educación en ese entonces Elías Jauas.
Antes de que Elías viniera el 14 Diciembre vinieron dos camiones llenos de guardias y supuestamente dos generales, de ellos recibimos solo amedrentamientos nos decían que nos saliéramos, que estas tierras eran privadas, esos días para nosotros fueron muy feos no podíamos dejar nuestros ranchitos solos siempre teníamos que dejar a alguien cuidando nuestras pertenencias y las siembras, llegó el día más esperado por todos la visita del Ministro de Educación y nos aprobó una Escuela R 2, fue mi día más bello del universo aunque cuando empezaron a construir la Escuela siguieron viniendo unos Jueces a inspeccionarnos pero nosotros siempre con los pies firmes aquí estamos los campesinos, con nuestro respeto y humildad defendemos todo lo nuestro, lo que más me molestó en una de esas inspecciones fue el comentario de un General que sentado en un horcón de madera y la mesita de la maestra dijo hay que ver como desperdician la madera en esta pocilga, ¡ yo le conteste será una pocilga pero se trasmite educación¡ me miró feo y me volteó los ojos.
Bueno esta es mi historia.
Yelitza Pimentel
Fotos de Yelitza tomadas por Betzany
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Clase 2 de Teorías y Conceptos del Montaje Cinematográfico: “La apuesta audiovisual del teatro y de la literatura» (UNEARTE, segundo semestre 2015)
Bienvenido(a) a esta segunda clase de “Teorías y Conceptos del Montaje”, hoy nos toca estudiar el nacimiento del montaje cinematográfico en los EEUU a través de sus relaciones con la industria del teatro, de la literatura por entrega y demás medios de expresión de masas.
Es fundamental la lectura del texto de Eisenstein sobre la relación temprana entre literatura inglesa (las novelas de Dickens en particular) y el invento de nuevas formas de montaje por Griffith: https://lenguajesartisticos1.files.wordpress.com/2013/03/einsestein-sergei-dickens-griffith-y-el-cine-en-la-actualidad.pdf .
Otros libros de consulta prioritaria para esta clase son :
– El Filme y la tradición narrativa, John L. Fell, Ediciones Tres tiempos, Buenos Aires, 1977.
– A. Nicholas VARDAC. Stage to Screen. Theatrical Origins of Early Film: David Garrick to D. W. Griffith. New York: Da Capo Press, Inc., 1949.
– Pablo Iglesias Simón, De las tablas al celuloide: trasvases discursivos del teatro al cine … http://bit.ly/1LbuQz4
También se recomienda consultar la página http://www.delastablasalceluloide.pabloiglesiassimon.com en donde P. I. S. estudia la influencia que el teatro pudo tener en el Cine Primitivo y en el Cine Clásico de Hollywood.
T.D., Caracas, octubre 2015
1. DEL TEATRO AL PRIMER CINE: ESPECTACULARIDAD Y PUESTA EN ESCENA.
Está por un lado, el impresionante desarrollo que experimenta la tecnología teatral al servicio de la creación de los efectos espectaculares que demandaba la dramaturgia melodramática y, por el otro, el reconocimiento que experimenta la figura del director de escena. Ambos elementos claramente interconectados (..) sentarán las bases para su posterior influencia en los usos del primer cine.
1.1. DE LA ESPECTACULARIDAD MELODRAMÁTICA A LAS “COMEDIAS DE MAGIA” DE MÉLIÈS
El melodrama se caracterizaría por una composición de personajes simplista y maniquea (buenos contra malos), un final moralizante, la importancia de la articulación del tiempo a través de la intriga, líneas argumentales enrevesadas que acaban solucionándose de forma accidental e inesperada y la creación de momentos de gran efectismo que perseguían espolear las emociones del público.
El melodrama surge en un momento en que el incipiente desarrollo industrial produce el aumento y afianzamiento de una clase media, inculta pero con dinero, ávida de diversiones evasivas. (..)
El melodrama fue el producto de una sociedad industrial – constituida por la clase trabajadora urbana – y de los temas que más llamaba la atención e aquella época: el crimen, la aventura militar, la exploración de tierras desconocidas y salvajes. (..) Hacia 1830 las poblaciones rurales de Inglaterra se desplazaba a las ciudades y los antagonismos de clase reflejados en la escena reajustaron su contexto a las nuevas condiciones marcadas por la relación entre el capital y el trabajo. La participación del público era muy considerable. La gente que asistía al teatro, y luego a su equivalente fílmico, compartía un común deseo de ver alegorías dramatizadas de la experiencia humana. (..) Prevalecía la justicia como inevitable consecuencia de las luchas y los sufrimientos. (..) La forma narrativa se desarrolló para garantizar un insistente interés al omitir los “puntos muertos” de otras expresiones dramáticas al tiempo que identificaba a los personajes con sus intérpretes y refinaba los recursos del suspenso.
Para conseguir que el teatro parezca una imagen en movimiento… los desarrollos espectaculares llegarían a límites inauditos en la segunda mitad del siglo XIX, incentivados por propuestas dramatúrgicas como las de Dion Boucicault, permitiendo que sobre la escena se contemplaran riadas, incendios, erupciones volcánicas, hundimientos de barcos, carreras de caballos o de canoas, explosiones, transformaciones mágicas y un sinnúmero de prodigios. (..) Resulta sorprendente ver cómo Rees utiliza la palabra “moving picture” para referirse al efecto que producen las representaciones teatrales. En este sentido, cabe destacar que la predilección por estos elementos corpóreos, no sólo fue fruto de un criterio de gusto, sino que también fue pareja a la mejora en las fuentes de iluminación con la introducción del gas y, posteriormente, la iluminación eléctrica, que permitieron una mayor visibilidad del escenario y, en consecuencia, el aumento de exigencias en cuanto a su acabado. (..)
Para aumentar el dinamismo de los cuadros también eran muy utilizadas la aparente destrucción del espacio mediante la simulación de incendios, derrumbes, batallas, hundimientos de barcos, etc., o incluso su reconstrucción mágica. La vistosidad de los espacios era además aumentada por la simulación de determinados fenómenos atmosféricos, tales como truenos, lluvia, nieve, relámpagos, viento o efectos de salida y puesta de sol, entre otros. (..) Las obras se dividieron, de esta forma, en cuadros, (..) que se correspondían con los diferentes lugares en los que se desarrollaba la acción. Hay que resaltar que el telón únicamente caía al final de los actos, produciéndose todas aquellas mutaciones de los espacios entre cuadro y cuadro, a vista del espectador. (..) En 1804 el director del Teatro de la Corte de Mannheim juntó por primera vez diferentes bastidores con puertas y ventanas para crear un escenario en forma de caja cerrada.
Muchos recursos supuestamente de origen fílmico, como por ejemplo el montaje paralelo, ya habían sido utilizados también sobre la escena decimonónica mediante el uso de escenarios múltiples o el juego de luces o telones. A este respecto, Belasco en relación a su puesta en escena de The Octoroon de Dion Boucicault, (..), describirá un uso de un panorama que le permitió anticipar, como el mismo sugiere, un procedimiento que después sería supuestamente más propio del cinematógrafo: “(..) por primera vez, introduje telones, cambiando entre escena en un abrir y cerrar de ojos, mostrando al perseguidor y al perseguido en una sucesión rápida, y de esta forma manteniendo al público informado de la causa y el efecto”.
Steele MacKaye (1842‐1894) apostó por un teatro de corte fundamentalmente audiovisual planteándose, mucho antes de la aparición del cine mudo, una forma de espectáculo no supeditada a la tiranía de la palabra (..). Este empeño le llevó a introducir múltiples inventos en la escena que permitieron la convivencia de muchos de los criterios dramatúrgicos melodramáticos (espectacularidad y cambios de decorado rápidos) con las nuevas necesidades de la puesta en escena realista (escenografías corpóreas). Entre estos inventos, que dotaron a la escena de recursos que serían adoptados por el cine : el escenario doble, el escenario deslizante, el escenario flotante, el Luxauleator o cortina de luz, el Nebulator o generador de nubes, el Illuminoscope, el “Colourator”, el “ajustador del proscenio” o el “dispositivo desplegable de comentarios mudos”.
Dos de los principios que articularán posteriores trasvases del medio teatral al cinematográfico fueron: la capacidad del nuevo aparato para asombrar al público (recuérdese la reacción de los asistentes ante la presentación de la Llegada del tren a la estación, 1897 o el primer trucaje de Démolition d’un mur (Demolición de un muro, 1896) al proyectarse en sentido inverso y la identificación del lugar que ocupa la cámara con la ubicación del público (tal y como ya se puede apreciar, en los rudimentarios mecanismos de puesta en escena empleados en El regador regado, 1896).
Los primeros cineastas, al igual que sucedía con aquellos golpes de efecto teatrales, intentarán realizar sus trucajes de forma que el espectador tampoco sea consciente del engaño. (..) Méliès sin duda es el ejemplo más ilustrativo para comprender esta tendencia en el Cine Primitivo. (..) Realizó gran parte de sus películas valiéndose de las posibilidades que brindaba la tramoya teatral. (..) Entre estos recursos, genuinamente cinematográficos, se encuentran la sustitución, las sobreimpresiones, los cachés, el rodaje a cámara lenta, la mezcla de escenas grabadas hacia delante y hacia atrás, los fundidos encadenados, el travelling, el primer plano o la cámara cenital. (..) En Méliès constatamos cómo una primera apropiación directa de recursos teatrales derivó en una posterior y enriquecedora asimilación por analogía (..)
1.2. LA DIRECCIÓN DE LA ATENCIÓN DEL ESPECTADOR
El aumento en la complejidad de los espectáculos (..) fue uno de los elementos que llevaron al afianzamiento de la figura del director de escena. (..) Ahora vemos como se produce un total aprovechamiento de la profundidad del escenario. Además se destierra la monotonía, los paralelismos y la simetría estable del anterior siglo, por un énfasis en el uso dinámico de las diagonales, las triangulaciones y la asimetría y un genial empleo significante de la disparidad compositiva. (..) Esta asimilación era posible merced a un consciente encauzamiento del interés de los espectadores (..) gracias al parcelamiento de la escena, en las tres dimensiones del espacio, en posibles focos de atención. (..) La puesta en escena del siglo XIX se articulaba a través de la secuenciación de los centros de interés de forma que los espectadores miraran en cada momento al lugar al que debían mirar. En esta nueva dirección de la atención del espectador participan, entre otros, los elementos escenográficos, los refuerzos lumínicos, los subrayados sonoros y, sobre todo, el movimiento y la posición relativa de los actores en el espacio escénico. (..)
– Cómo la disposición de los elementos del escenario ayuda a que los desplazamientos de los personajes sean ostensibles, adquieran significación y los personajes se distribuyan por todo el espacio.
– Cómo, en muchos casos, el estatismo (al igua l que el silencio, en el caso del diálogo) de algunos de los personajes, frente al movimiento o las acciones realizadas por otros (o la verbalización, en el caso del diálogo) son los que hacen que la atención se traslade de los primeros a los segundos.
– Cómo las diferenciaciones en el plano vertical, es decir, de personajes sentados frente a levantados, hace que la atención prime sobre los segundos con respecto a los primeros.
– Cómo el centro y el primer término se utilizan para resaltar algún personaje cuando es situado en esta localización del escenario. Éste era el lugar de mejor visibilidad y audibilidad dentro del escenario y durante mucho tiempo, antes de la generalización del uso de la luz eléctrica, era prácticamente el único en el que se podían apreciar los gestos del actor con claridad.
– Cómo, en cuanto a la localización de los personajes, se tiende a que ocupen todo el espacio, promoviéndose las relaciones enfrentadas (derecha‐izquierda, frente‐fondo).
– Cómo se juega con disposiciones asimétricas y desequilibradas para encauzar dinámicamente la atención sobre los lugares privilegiados al reequilibrarse las composiciones.
– La utilización de refuerzos lumínicos o de subrayados sonoros, entre otros muchos usos, para resaltar las entradas de algunos personajes o para llamar la atención sobre sus acciones o parlamentos (..)
– El uso del recurso denominado “cuadro”, consistente en la congelación momentánea de la acción en una composición atractiva. Este procedimiento se empleaba para puntuar la acción, subrayar o enfatizar una determinada situación dramática o transmitir una significación, emoción o idea concreta (tales como compasión, gratitud, odio, amor o libertad, entre otros).
Es fundamental que se entienda cómo el cine asimila del teatro del siglo XIX esta consciencia de ser un espectáculo dirigido a un público y la necesidad de desarrollar una serie de mecanismos para lograr una comunicación con éste.
Antes de 1905 en los rodajes la cámara siempre se colocaba de forma paralela al suelo (horizontalmente) y a la altura de los ojos (emulando el punto de vista de un observador real). A los actores además se les insistía en que nunca se acercaran a la cámara más allá de una línea marcada en el suelo con tiza o una cuerda, de forma que su tamaño no variase de una forma artificial y sus pies siempre permanecieran visibles. De esta manera, los actores ocupaban en la proyección la mitad de la altura del fotograma (estando situada su cabeza a la mitad de éste y sus pies a ras de su límite inferior). Las salas en las que normalmente se presentaban las películas en esa época, además de las primeras barracas de feria, eran las salas de teatro de variedades en las que se podían colocar perfectamente pantallas que aseguraban la proyección de los actores a tamaño real.
El tamaño real de las imágenes acercaba aquello que se contemplaba en las representaciones teatrales (actores de carne y hueso) con lo que se proyectaba sobre la pantalla (imágenes a tamaño natural de actores) (..) Para conseguirlo, se limita el espacio cinematográfico de forma que los actores siempre sean mostrados:
– De cuerpo entero.
– Con unas proporciones de acuerdo a todos los objetos circundantes.
– Y siendo rodados de frente, evitándose cualquier angulación de la cámara o incluso de las posiciones de los actores ante ésta.
En segundo lugar, se establece una correspondencia entre los cuadros dramáticos y los planos teatrales, de forma que las alteraciones espaciales vengan acompañadas de un cambio de plano. (..) El cambio de plano únicamente estará motivado por el traslado de la acción de un espacio a otro.
Gracias a estos principios en el Cine Primitivo podemos apreciar:
– La distribución de los actores en el espacio de acuerdo a principios compositivos. Cabe destacar que esta importación de principios compositivos fue posible gracias a que el fotograma adoptó una forma rectangular similar a la propia de la embocadura del escenario decimonónico. (..) En este sentido, no debemos olvidar el similar paralelismo entre la forma rectangular de la embocadura del teatro del siglo XIX y la de los marcos de las pinturas, lo que favoreció, de forma pareja, trasvases compositivos de un medio a otro.
– La utilización de la profundidad de campo, parcelada al modo teatral en términos con una significación concreta y diferenciada.
– Y la dirección de la atención del espectador a través del empleo de procedimientos similares a los teatrales.
En The Great Train Robbery (Asalto y robo a un tren, 1903) de Edwin S. Porter, producido para el catálogo Edison, se aprecia perfectamente cómo se dirige el interés del espectador por medio de la organización secuenciada de los movimientos y cómo una mala estructura que conduzca a la simultaneidad de acciones, compromete la legibilidad del discurso.
En la clase comparamos esta película con “The Lonedale Operador” realizado por Griffith 8 años más tarde para descubrir los avances realizados en el campo de la narrativa visual :
Entre ellos el uso dramático del primer plano, que mejora el antiguo procedimiento genuinamente cinematográfico introducido años antes, la “vista ampliada”, que consistía literalmente en agrandar una región concreta del cuadro, sin variar, en principio, la posición de la cámara. (..)
De esta forma en Grandma’s Reading Glass (La lupa de la abuela, 1900) de G. A. Smith un niño mira a través de una lupa un periódico, el mecanismo de un reloj de bolsillo, un pájaro enjaulado o el ojo de su abuela, mostrándosenos éstos ampliados. (..) Luego, las vistas ampliadas se comienzan a emplear para resaltar determinados acontecimientos, objetos o personajes dentro del cuadro, dirigiendo la atención del espectador hacia ellos de una forma aún más exhortativa de lo que ya lo hicieran los procedimientos importados de la puesta en escena del teatro del siglo XIX. (..) Las vistas ampliadas deben verse, por tanto, como el primer escalón de la fragmentación del discurso cinematográfico en unidades más pequeñas al cuadro con el objetivo de articular la lectura del espectador cinematográfico. (..)
2. DE BROADWAY A HOLLYWOOD: LA CONSTRUCCIÓN DE UN MODELO REPRESENTATIVO POR ANALOGÍA
El cine en los Estados Unidos de Norteamérica comenzó a exhibirse en los teatros de variedades como un número más de vodevil. Sin embargo, los productores y exhibidores cinematográficos aspiraban a dar a su producto un aire de prestigio que le situara a la altura del teatro propiamente dicho. Para ello la industria cinematográfica se vio sometida a diversos procesos de transformación. Gracias a ellos alcanzó la misma complejidad que el resto de las industrias del país asegurando, a través de una división del trabajo y una producción en masa, la estandarización y diferenciación del producto:
– Un cambio de lugar de exhibición, produciéndose una evolución desde la inexistencia de un espacio preciso, pasando por los nickelodeones hasta llegar a las grandes salas de proyección, como el Strand Theatre regentado por S. L. Rothafel, concebidas a imagen y semejanza de los grandes teatros.
– Un cambio de duración de las películas, pasando las mismas de un solo rollo al largometraje, de duración similar a la de las obras teatrales al uso.
– Una imitación y apropiación de los principales valores teatrales publicitables, tales como la espectacularidad, el realismo o el starsystem. De este modo, el cine se presentaba a sí mismo como una innovación tecnológica capaz de difundir y democratizar los estándares de realismo y espectacularidad impuestos desde los escenarios de las grandes metrópolis.
– Una importación de muchos profesionales teatrales de segunda fila (para absorber prácticas y conocimientos) y de reconocido prestigio (para adquirir un aire de respetabilidad).
– Una imitación de ciertos modelos de exhibición, como ocurrió por ejemplo con los road shows que se concibieron siguiendo el modelo de las compañías itinerantes.
Una adaptación de numerosos textos teatrales de éxito.
– Una adquisición de los procedimientos estéticos y narrativos del modelo teatral dominante. Quizás podríamos designar el estreno de El Nacimiento de una Nación, 1915, de Griffith como el determinante de una equiparación entre el espectáculo cinematográfico y el teatral.
La película originalmente se estrena con e l título de The Clansman en la Loring Opera House de Riverside el 1 de enero de 1915 y posteriormente se traslada a otras grandes salas como el Liberty Theatre de Nueva York o el Clunes Auditorium de Los Ángeles. (..) A pesar de las violentas protestas que se producen en Nueva York y Chicago por el evidente contenido racista de la película, ésta bate récords de taquilla llegando a recaudar diez millones de dólares. A partir de este momento se impondrán las películas de alto presupuesto, larga duración, dotadas de acompañamiento musical orquestal y música específicamente compilada y prefijada desde las productoras, presentadas en unas condiciones de exhibición al más alto nivel y con entrada de precio parejo al de las representaciones escénicas. El proceso desatado por El Nacimiento de una Nación y empresarios como Rothafel llevó a que en 1916 ya hubiera 21.000 nuevas salas de proyección cinematográfica al más alto nivel y que en 1917 los nickelodeones prácticamente hubieran desaparecido.
Una asociación, formada por siete productoras americanas (Edison, Biograph, Vitagraph, Lubin, Kalem, Essanay y Selig), dos francesas (Pathé y Méliès) y el distribuidor Kleine, pretendía controlar la producción, distribución y exhibición de las películas, asegurar unos ingentes beneficios, eliminar la competencia y hacer posible que el cine ocupara el lugar que se merecía. Esta organización en cierta forma imitaba las prácticas monopolísticas que ya llevaran a cabo en el terreno teatral desde 1896 el Theatrical Trust o Syndicate y a partir de los años veinte The Schubert Theatre Corporation, y en el campo del vodevil, a partir de 1906, la United Booking Agency de B.P. Keith y Edward F. Albee.
A partir de 1917 se considera que el modelo de representación propio de Cine Clásico de Hollywood está completamente implantado, manteniéndose más o menos inalterado hasta los años sesenta. (..)
Como ya sugirió Vardac, el teatro comercial de Broadway en esta época debe entenderse como el resultado de una evolución en el mundo teatral que se produjo durante el siglo XIX. Haciéndose una apuesta por lo audiovisual en detrimento de lo exclusivamente textual, se hizo sentir en el teatro una tensión entre una dramaturgia de raíces románticas dotada de numerosos componentes melodramáticos (cambios rápidos de espacio y tiempo, espectacularidad, tipificación de los personajes, etc.) y una presentación realista. Así, el teatro que se hará mayoritariamente en Broadway se situará a medio camino entre estos dos extremos: el teatro de las compañías itinerantes estadounidenses en el que una dramaturgia melodramática estará acompañada aún del antiguo sistema de telones y bastidores; y el nuevo teatro realista revolucionario europeo, del que a nivel dramatúrgico podríamos nombrar a personalidades tales como Ibsen, Strindberg o Chéjov, y a nivel de dirección escénica a precursores como la compañía de los Meininger, Antoine, Stanislavski o Brahm (..)
El teatro comercial de Broadway siguió los siguientes principios:
‐ Un modelo dramatúrgico dominado por la búsqueda de la claridad, la causalidad, la importancia del personaje central, los objetivos, los obstáculos, el conflicto, la clausura y un particular concepto de realismo. La claridad impone que todo aquello que se muestre sobre la escena debe ser fácilmente entendible por el espectador medio, huyéndose de toda ambigüedad o incógnita sin resolver.
– La necesidad de que todo aquello que suceda tenga una justificación y la progresión dramática respete las leyes causa‐efecto, se admite como una recuperación de los principios aristotélicos y es uno de los pocos puntos de divergencia con el modelo melodramático precedente (en este caso con la manifiesta arbitrariedad que domina su construcción dramática, en especial, en los giros repentinos y casuales que se producen en los desenlaces). Tanto la importancia del personaje central , como la configuración de la progresión dramática en torno a los conflictos que surgen por la aparición de obstáculos que se oponen a los objetivos de éste, se heredan del esquema melodramático (la oposición héroe‐villano).
La clausura se presenta de igual forma en los textos dramáticos de esta época, abogándose por impedir que el espectador cuestione el modo en que se le presenta el mundo ficcional, formule preguntas no planteadas por el drama o no vea cumplidas las expectativas que se le despiertan. Asimismo, al igual que sucederá con las películas clásicas y también continuando el modelo melodramático, se presentará una cierta predilección por los finales felices, para ceder ante las supuestas exigencias del público. (..) Por tanto, a diferencia del naturalismo revolucionario europeo, el realismo teatral norteamericano de finales del siglo XIX y principios del XX hay que definirlo como conservador, superficial, ilusionista, y edulcorado. (..)
‐ Unas directrices que debe cumplir toda puesta en escena que resaltarán la necesidad de que ésta transmita el sentido fundamental del texto dramático, dirija la atención del espectador, oculte la arbitrariedad de sus mecanismos, tienda a configurar un discurso continuo y sea clara y unívoca. (..)
Tal y como se aprecia en las acotaciones y diagramas contenidos en los libros de dirección de David Belasco (..), esta composición dinámica permitía resaltar unos personajes u objetos con respeto a los otros a través de su movimiento, su diferenciación sincrónica y secuencial en los planos horizontal, vertical y transversal, el empleo de las triangulaciones, el centrado, su aislamiento y agrupación o su frontalidad o ausencia de la misma.
‐ Un disimulo de la intervención de los recursos dramatúrgicos y escénicos.
Así, como resultado de la estética realista ilusionista, se tenderá a la ausencia de intervenciones narrativas externas a la ficción, se establecerá la invisibilidad e invulnerabilidad del espectador a través de los principios de la cuarta pared, se dotará a los elementos escénicos de una motivación aparentemente natural y se perseguirá la ocultación de su origen tecnológico y arbitrario. Estos extremos se evidencian a nivel escénico, por ejemplo, con la apuesta por los escenarios tridimensionales y adscritos a un realismo casi fotográfico; la sustitución, siguiendo su pretendida configuración natural, de la iluminación procedente de unas fuentes visibles y colocadas abajo (candilejas) por la que se origina en unas ocultas a la vista del espectador y situadas arriba (diablas); los cambios en el sistema interpretativo, que abandonó toda gestualidad ampulosa e ilustrativa en favor de la contención del comportamiento cotidiano; o la evolución en el movimiento escénico que, en virtud de las mejoras de las fuentes de iluminación y de los nuevos criterios realistas, permitirá un mayor aprovechamiento “natural” del espacio y el juego con las oposiciones entre la frontalidad y las disposiciones de espaldas.
‐ Una insistencia en la necesidad de despertar determinadas emociones en los espectadores para conseguir su identificación con aquéllas que experimentan los personajes protagonistas. Todos los elementos dramatúrgicos y escénicos, en especial la interpretación, la iluminación y la música, estarán en consonancia con esta exigencia. En este sentido Hamilton indicará en 1910 que el público estadounidense “No acude [a los teatros] para ser edificado o educado; no tiene ningún deseo de que le enseñen: lo que quiere es que se juegue con sus emociones.”
En lo que respecta al Cine Clásico de Hollywood, (..) el objetivo principal que también persigue, junto con el lucrativo, es distraer al espectador, alejándole de sus quehaceres y preocupaciones cotidianas e introduciéndole en la historia planteada por la ficción cinematográfica. Esta ficción cinematográfica clásica presentará un mundo idealizado, reconfortante y acorde con los esquemas morales dominantes. Esta finalidad la sugieren Emerson y Loos al referirse a los principios que debe tener en cuenta un guionista para responder a las demandas del público: ”El [guionista] aficionado debe recordar siempre que la gente va a la sala de cine para olvidar sus problemas y volver a ser joven en un mundo de héroes y heroínas donde al final todo es como debe ser.“
Al igual que sucedía en Broadway, este objetivo fundamental implicó una serie de principios, similares a los teatrales, que respetarán la mayoría de las películas clásicas:
– Un modelo cinematúrgico basado en la unidad, la c ausalidad, el personaje central, el conflicto, la clausura y la verosimilitud. En este modelo cinematúrgico, la figura del personaje central tendrá también una importancia capital al estructurarse, tanto la fábula como la trama, a través de los conflictos que surgirán a raíz de los obstáculos que se opondrán a los objetivos del héroe.
La clausura (el hecho de que la película se presente como una entidad unitaria, completa y sin fisuras) evitara que el espectador cuestione la propia narración, formule preguntas sobre el universo diegético no propuestas por la propia película y no obtenga respuestas a las expectativas que se le plantean.
A nivel cinematúrgico, asimismo, se hace notar cierta predisposición por el final feliz, tanto en un sentido estricto como más amplio (es decir, encubierto en un supuesto final trágico que, no obstante, es complaciente con los esquemas morales dominantes del espectador implícito). Por último, se constata una preferencia por la verosimilitud (creación de un universo coherente en el que las cosas son como deben ser) frente a la fidelidad (presentación de las cosas como son). De esta forma el realismo se concibe como un barniz capaz de asegurar la implicación del espectador en la historia contada, excluyéndose múltiples aspectos del acontecer real como la azarosidad, los sucesos considerados inmorales o los comportamientos ambiguos y contradictorios, entre otros.
– Unos procedimientos de dirección totalmente supeditados a la máxima claridad e inteligibilidad en cuanto a la exposición de la historia y al control de la recepción del espectador. (..) Esto se conseguirá a través de la composición (centrado, equilibrio, frontalidad, profundidad, triangulaciones, etc.), el movimiento de los actores, el cambio de plano, el movimiento de cámara, la iluminación selectiva, el enfoque, los intertítulos en la época muda, el diálogo en la sonora y la música y los efectos de sonido tanto en la muda como en la sonora. La claridad de la intervención de los distintos recursos implicará también una continuidad (raccord), que propiciará una orientación inequívoca del espectador, que será guiado a largo de la cronología de la película clásica sin apenas esfuerzo personal.
En el caso del cambio de plano la claridad y la continuidad se traducirán en la archiconocida Ley del Eje o de 180º (que estableció que los diferentes planos con los que se mostrara una acción debían ser rodados desde el mismo lado de un eje imaginario) que tendrá como resultado los raccords de mirada, posición y dirección. No cabe duda que esta Ley del Eje pretendía compatibilizar el cambio de plano con una orientación del espectador análoga a la del público teatral situado invariablemente frente al escenario al otro lado del proscenio.
– Un borrado de los mecanismos de enunciación. Tal y como indicaran Arthur Hardy y R. W. Conant: “La pantalla debe asemejarse a una lámina de cristal a través de la que el espectador mira la escena real”.
Así, el Cine Clásico intentará que todos los mecanismos artificiales y convencionales que construyen el discurso pasen desapercibidos, de forma que el espectador centre su atención fundamentalmente en aquello que ocurre dentro de la ficción. Esto se logra a través de: una configuración cinematúrgica que evita la presencia expresa de intervenciones narrativas externas o las sitúa en momentos específicamente codificados (principios y finales); una motivación de los recursos narrativos aparentemente interna y supeditada a la óptima presentación de los hechos, presentados como observados por un espectador ideal; una motivación realista entendida como medio de ocultación del origen tecnológico y arbitrario de los procedimientos discursivos y no como fin revelador; una invulnerabilidad e invisibilidad del sujeto espectatorial; y una distracción de la selección y fragmentación que implican la acción de los recursos de dirección del interés del espectador.
En este último sentido, en el Cine Clásico se utilizarán los siguientes procedimientos para hacer menos evidente la selección impuesta por el encuadre: la utilización de composiciones centradas que provocan que la atención se aleje de los límites del encuadre; la situación de la cámara, de forma frecuente aunque no exclusiva, a la supuesta altura del espectador ideal, lo que evita introducir angulaciones forzadas que llevarían a que el público fuera más consciente de la arbitrariedad del área encuadrada; el frame cut, procedimiento introducido a partir de 1914 consistente en cambiar de plano exactamente cuando el personaje está cruzando el límite del encuadre y comenzar el siguiente cuando entra por el límite opuesto, lo que permite disimular el cambio de plano y, al mismo tiempo, alejar la atención del marco del fotograma; o el reencuadre que, al mantener a los personajes en movimiento constantemente centrados y evitar que traspasen el límite del encuadre, hace que el espectador tampoco se fije en el marco existente.
En lo que respecta al disimulo de la fragmentación derivada del montaje, también el Cine Clásico desarrolló una serie de recursos tales como: la repetición de planos en una misma escena; el corte en movimiento; la motivación interna de los cambios de plano derivada del interés dramático o de la dirección de la mirada; la minuciosa dirección del interés del público que, ayudada de la claridad expositiva, hace que el espectador se deje llevar por el flujo de información que le transmite la película y que no se interese por la fragmentación que implica; o los diversos raccords, que propician una sensación de continuidad entre los diferentes planos y permiten la creación de un espacio coherente y en el que el espectador está en todo momento orientado.
– La búsqueda de la identificación emocional del espectador con aquello que se le muestra y, en especial, con los puntos de vista y los sentimientos de los personajes protagonistas. En este sentido, no sólo se pretende que el espectador entienda lo que se le presenta sino que en cierto modo lo sienta. Tal y como nos indica en 1918 Freeburg: “El atractivo intelectual de una película es insignificante en comparación con su atractivo emocional”.
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«El Tigre y el Venado» de Sergio Sibrián : contra el tiempo de la televisión, el tiempo de nuestra América.
Estreno en Venezuela de “El tigre y el Venado”, documental salvadoreño de Sergio Sibrián, Primer Premio del Festival “Voces Urgentes” (México 2014) y Premio al «Mejor documental latinoamericano» del Festival Sunscreen (EEUU, 2015). Este documental es el fruto de un taller de documentalismo social dictado por la Escuela Popular y Latioamericana de Cine y de la labor formativa de ACISAM en las comunidades populares de El Salvador.
Acerca la tortilla al fuego, la aleja un instante, primero hay que dejar que cueza la otra junto a la morcilla. En la noche helada que cae sobre la casa de barro invisible, el hombre acuclillado ha cubierto su cabeza con una capucha. Dice a quien lo filma: mire cómo la paso yo.
Esta escena habla de la confianza que depositó Marcelino García Fabián en quienes lo acompañaron durante dos años bajo el sol, bajo la luna y madrugaron para subir el largo camino que separa el pueblo de Tacuba de la casa alta de barro. Así como de alguna forma los pescadores candombleros de Barravento eligieron a Glauber Rocha, Chelino eligió a estos muchachos, a Flor, a Ángel, a Sergio, a Daniel, a Alfonso, a Ricardo para transformarlos.
Al estrenar el filme en Venezuela para los estudiantes de la Universidad Bolivariana, el 2 de diciembre 2014, el compañero Daniel Rodríguez, uno de los tres editores del documental, les ha preguntado cuantos kilómetros separan la casa de Don Chelino del pueblo de Tacuba. “Dos” dijeron algunos. Se asombraron: eran seis los que Don Chelino, 103 años, recorría de su casa al pueblo y del pueblo a su casa y lo hacía dos veces a la semana, “Buenos días Sr Sergio lo vengo a visitar, como no bienvenido pase adelante Don Chelino”, y Chelino editaba junto a ellos, esta toma si va, esta no está bien. Don Chelino pudo tener motivos para desconfiar: durante años los de la alcaldía de ultra derecha de Tacuba, los descendientes de los que masacraron a 32000 indígenas en 1932, lo usaron como pieza de museo, como estampa del folclor, Pero Chelino entendió que estos no venían para usarlo y querían aprender de él.
Así nació la cámara subjetiva. Somos los ojos de agua de Chelino observando cómo el fuego muerde la comida. Somos este maíz, esta carne, esta leña, estas llamas en la noche helada, toda una vida en su vestido de ceniza. Estamos en la montaña grande de Centroamérica, en nuestra montaña, con su querido viento solitario que tantas veces nos ha visitado pidiendo permiso para hablar entre las tablas que arman la casa, y que ahora se lleva el miedo soplando en la flauta.
También se hizo subjetivo el micrófono: respiramos por los pulmones de Don Chelino, por la madera esculpida por sus manos, por esta flauta desnuda que es la voz de 32000 indígenas ausentes. Podemos ser ese respiro.
Para lograrlo Sibrián ha conseguido liberarse de sus años de estudiante de la comunicación social tal como la enseñan aun hoy en día en las universidades de nuestra América Latina, anacrónico mecanismo de venta anglosajón, repetido religiosamente por tantos “profesores” y que explica la paradoja de que en El Salvador o en Venezuela, la filosofía revolucionaria tenga que colar su discurso a través de la televisión comercial o a través de una televisión pública como disfraz de la primera.
La cine-escritura de Sergio Sibrián y sus hermanos, en cambio, viene de nuestro futuro. Apuesta al espectador ya no como pasivo recipiente de mercancías mediáticas, preso de su propio reflejo de consumidor en la pantalla, sino al ciudadano capaz de imaginar, pensar, crecer más allá de las imágenes. Ese “más allá” del audiovisual es en primer lugar el fruto de años de trabajo popular y de formación en comunicación popular por parte de ACISAM y de la Escuela de Video Mesoamericana, dos organizaciones salvadoreñas que han logrado armar una poderosa red de producción y de formación audiovisual en toda la región, en la búsqueda de contar las historias del pueblo y para ello, de generar nuevas estéticas.
Noé Valladares y Sergio Sibrián nos habían visitado en Caracas cuando trabajábamos en VIVE TV. Nos volvimos a reunir luego en Managua en 2010 y en Tacuba en 2012 en unos talleres de documentalismo social ofrecido por nuestra venezolana “Escuela Popular y Latinoamericana de Cine”.
En su nota de intención como director de “El Tigre y el Venado”, Sergio Sibrián explica con mucha claridad esta síntesis: “La cámara mira desde lejos para dar prioridad al contexto en que vive el personaje y con tiempos largos de observación para lograr que el espectador tenga más elementos del contexto y el tiempo suficiente para activar la reflexión, que le permita pasar de su papel pasivo a protagonista de la historia como espectador. La decisión de partir de la existencia del personaje es para dar prioridad a las acciones de su vida cotidiana y después ponerle palabras, logrando un equilibrio entre las cosas hechas (las acciones), las cosas dichas (las palabras) y así eliminar la entrevista-busto aburrida y tradicional que encierra a las personas quitando naturalidad y libertad e sus acciones y palabras.”
Es precisamente por esta ausencia de planos de apoyo, de entrevistas, que “El Tigre y el Venado” habita nuestra memoria como flecha que ha buscado nuestra alma y nuestra conciencia, a la vez, durante 82 años.
El plano en que se baña Don Chelino es filmado desde la distancia justa, la del respeto y a al mismo tiempo de la confianza. Esta espalda de Don Chelino que se baña existe. Estas manos lentas que recogen el agua del río y se la echan en todo el cuerpo, existen. Podríamos contar las vértebras que las manos de Don Chelino han lavado durante 103 años. Estas manos fueron un día las del muchacho fugitivo explorado a tientas su refugio, una cueva de Guatemala.
La risa de niño de Chelino. Su sufrimiento. Su pensamiento. ¿Cómo hacer pasar el hilo por el agujero de la aguja si los ojos llenos de agua ya no ven, los dedos, el hilo, los dedos, el hilo, pero Chelino vence, logra coser. Si se cae la puerta, ya Chelino fabricó el clavo, antes de reírse con los que filman porque al final el marco se le cayó en las manos. Dice “La vida está hecha de paciencia, paciencia quiere la vida”. Sergio me comentó un día “cuantas veces nos detenemos en la vida, por nada, por un percance sin importancia, y mira a Chelino…”
Pobrecita, tanto tiempo encerrada, dice Chelino al agacharse lentamente hacia la canasta que cubre la gallina, a ver si ya puso, y la mano pone el huevo cual ofrenda al pie del altar domestico de sus santitos. Cuando su bastón ha hecho sonar el mármol pulido de la iglesia Sergio filma los iconos católicos ante los cuales se arrodilla el abuelo indígena, y baja la cámara hacia el agua pintada del bautizo sagrado. Sibrián nos hace escuchar entonces el sonido de un agua que corre, para llevarnos a la fuente en que se baña el sobreviviente. Que montaje tan poderoso: quitar la mayúscula al Agua Bendita para acompañar al verdadero santo bañándose.
Parece sacada de los evangelios esta escena en que Don Chelino, cual Cristo profano, sube un camino áspero al encuentro de una mujer con sus tres hijos, y al conversar con ellos le explica su dilema: “Quisiera morir ya pero no me puedo quitar la vida yo solo”, saluda a la mujer y a los niños desde lo alto, sin detener sus pasos. “En 1932 todos nacimos medio muertos” recuerda Roque Dalton al inicio del documental. En los pasos de los danzantes que Chelino y su alumno acompañan con la tenue flauta, está la necesidad de sublimar la memoria indecible por otros medios. Esta danza como sublimación, como única posibilidad de mantener el recuerdo, nos sugiere fuera de campo la monstruosidad racista de quienes forzaron a los niños de las escuelas a presenciar el ahorcamiento del líder de la insurrección indígena Feliciano Ama y dejaron su cadáver pudrirse a la vista de todos, y nos permite medir el terror que de generación en generación hizo que nadie se atreviera a hablar del 32 o a hablar Nahuat por miedo a ser asesinado a su vez.
Al defender y al recibir de manos de su director una copia de “El Tigre y el Venado”, el emocionado Presidente Salvador Sánchez Cerén demuestra entender el poder de la deuda hacia los “siempre sospechosos de todo” (Roque Dalton) que construyeron un país, el poder de una herencia cultural al servicio de una voluntad política, y algo más: sin deuda, sin herencia, sin voluntad, no hay futuro.
“Pensábamos hacer una película para nuestra comunidad, y no imaginábamos que iba a tener difusión en tantos países” dice Daniel Rodríguez. “El temor nuestro, como Palestinos, es que hagan de nosotros un tema” decía Mahmud Darwich. El documental de Sergio Sibrián y los suyos, “producido con el presupuesto del corazón”, no es una película sobre el pasado indígena o sobre los tesoros de un idioma. No termina con la danza del Tigre y el Venado. Apenas empieza cuando Don Chelino retoma su marcha en la calle sin fin que lo sorprendió en un sueño, y volteando por última vez hacia nosotros sus ojos llenos de agua, se enrumba hacia nuestro “futuro anterior”, el tiempo de nuestra América: antes y después del tiempo de la televisión.
Thierry Deronne, Caracas, 7 de diciembre 2014.
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