La edición como técnica y pensamiento.

«El cine abre infinitas posibilidades de reflexión». Cómo Camila Freitas realizó el documental «Chão».

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«El cine puede ser muy extractivo, todo el sistema de producción puede llevar fácilmente a eso. Siempre es más fácil llegar con una idea ya hecha y extraer de una comunidad lo que uno se imagina que es, reproducir los mismos privilegios de clase de siempre y aún así hacer «hermosas películas»

Camila Freitas.

Camila Freitas, directora de la película Chão.

Durante cuatro años, la directora brasileña Camila freitas grabó las vidas de un grupo de trabajadores sin tierra en el estado brasileño de Goiás. Su multipremiado documental «Châo» elige una unidad temática y se atiene a ella. La modalidad es respetuosa, participativa, observacional, sin entrevistas a cámara, ni textos explicativos ni relato en off. A pesar de registrar las acciones “en vivo y en directo”, «Châo» dista del formato funcional de los seudo-documentales televisivos, prefiriendo el seguimiento en planos largos, que permiten analizar y profundizar en palabras y acciones y en la relación entre ellos. Esos planos son en ocasiones meditativos, como cuando la cámara se limita a posarse sobre el paisaje, dando tiempo y lugar a que el espectador reflexione. Los encuadres son calibrados, sin el descuido formal habitual en los documentales “urgentes”.

Liberado de la dictadura de la voz de un locutor que apresa la imagen en una sola dimension o de la musica a todo volumen para forzar la emoción, su documental promueve al espectador activo, y revela la fuerza, el pensamiento, los sueños y la capacidad de accion de uno de los mayores movimientos sociales del mundo : el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil.» Camila nos explica su proceso de realización y habla de la importancia de dar voz a la lucha por la Reforma Agraria a través del arte cinematográfico

¿Cómo se acercó al MST y qué le motivó a hacer una película sobre el proceso de lucha por la tierra?

Crecí en el interior de Goiás, donde la cuestión agraria es algo muy central y está presente en todas las relaciones sociales de mi entorno. Mi admiración por el movimiento surgió muy pronto, cuando era adolescente. Recuerdo haberme acercado al campamento de la Explanada en 1997 y haber tomado fotos desde lejos, sin poder siquiera entrar. Cuando ya estaba en la Universidad de Brasilia, en 2001, yo y otros estudiantes de Cine y Cinematografía parábamos en un nuevo campamento nacional, donde hacíamos amigos. Empezamos a entender el Movimiento de los Sin Tierra (MST) más de cerca y tratamos de hacer una película a partir de esta experiencia. Este fue un momento muy importante en mi educación, quizás un pequeño ensayo de lo que iba a venir.

En este inicio de mi vida audiovisual, estaba también Passarim, el primer cortometraje que realicé en la región donde crecí (Alexânia/ Corumbá – Goiás), sobre una comunidad campesina desmantelada por la presión de un gran terrateniente que, desde los años 80, ha ido adquiriendo todas las tierras de la región amenazando a los habitantes, mediante transferencias ilegales de tierras, tráfico de influencias, etc. Este terrateniente no es otro que Eunício Oliveira, propietario de Santa Mónica, que el MST ocupó en 2014 con más de 3.500 familias. Poco después de la ocupación, el Movimiento se puso en contacto conmigo para proyectar la película en el recién creado campamento Dom Tomás Balduíno, y también para hacer una declaración a Carta Capital*. Fue como un llamado especial para mi, y rápidamente comprendimos que allí había una película que hacer. Poco después, unos amigos cercanos y yo empezamos a investigar y filmar por nuestra cuenta, al mismo tiempo que solicitábamos financiación pública.

¿Qué significa lanzar una película en una muestra internacional, mientras en Brasil se criminaliza la lucha popular?

La búsqueda de apoyo internacional fue algo que diseñamos como estrategia junto con los miembros del Movimiento que participaron en la producción de la película. Afortunadamente, funcionó y estamos muy contentos de poder ocupar estos espacios. Esperamos que estas proyecciones puedan movilizar de alguna manera una mirada desde fuera, lo cual es especialmente interesante en este momento en el que los ánimos están tan caldeados con la presencia de la extrema derecha en el poder, y en el que los espacios de expresión en el ámbito cultural -y obviamente no sólo en ese ámbito- están bajo la amenaza de ser cada vez más restringidos y limitados. También es una oportunidad para recordar al mundo que los terroristas no son los que luchan por el derecho a trabajar en la tierra, bajo la lona negra. Los terroristas son los que siguen reproduciendo este estado de ceguera y exclusión en el que este gobierno pretende sumirnos aún más.

Entre febrero y marzo de 2019, proyectamos Chão ocho veces en dos festivales (Berlinale/Festival de Berlín en Alemania; y en True/False, un festival de documentales en Columbia, Missouri, Estados Unidos), siempre en proyecciones con debate. Me impresionó la calurosa acogida del público, con gente tan diversa que se declaró conmovida y emocionada, muchos sin conocimiento previo de la cuestión agraria en Brasil, otros estableciendo paralelismos con sus realidades, como por ejemplo en relación con la cuestión de las grandes empresas y los pesticidas, muy presentes en ambos países. También fue impresionante ver el número de personas que preguntaron: «¿cómo podemos ayudar desde aquí? Esto me pareció una importante confirmación del poder de estas exposiciones.

En su opinión, ¿cuál es el papel del cine para los movimientos populares?

Creo que el cine abre infinitas posibilidades de reflexión, de creación, de fabricación a partir de la realidad y es también una oportunidad para hacer visibles y proyectar las luchas de los movimientos populares a un público ya comprometido. El arte proporciona conexiones sensibles muy especiales y distintivas con otros medios, con el poder de llegar a públicos muy diversos.

Además, esperamos que películas como las nuestras puedan abrir y posibilitar muchos debates y reflexiones importantes en los campamentos, asentamientos, escuelas, universidades, que puedan contribuir también a la «mística» y a la autoestima de la militancia. Queremos que el Movimiento -y otros movimientos populares- puedan apropiarse y resignificar su uso según sus necesidades.

¿Cuáles son las principales lecciones que, como director del séptimo arte, ha aprendido de este proceso?

Este proceso de aprendizaje nunca termina. Creo que una de las cosas más importantes ha sido comprender, en la práctica, que una película como ésta no se hace sobre, sólo se hace con, junto con el movimiento, en una relación muy estrecha. Y la relación que se establece con las personas que se filman debe ser pensada y repensada todo el tiempo por quienes hacen películas. El cine puede ser muy extractivo, todo el sistema de producción puede llevar fácilmente a eso. Hay poco dinero, las condiciones son difíciles, y siempre es más fácil llegar con una idea ya hecha y extraer de una comunidad lo que uno se imagina que es, reproducir los mismos privilegios de clase de siempre y aún así hacer hermosas películas. Hacer las cosas de forma diferente no es algo dado, algo que se aprende en la universidad, es un ejercicio que se presenta a diario.

No fue inmediato ni sencillo para nosotros entender cómo todo esto podía confluir con la viabilidad de una producción. La vida sigue en paralelo al cine, la lucha no se detiene y nuestro control sobre el proceso se reduce enormemente. Es un reto seguir a una organización tan compleja, que corre tantos riesgos, y tuvimos que adaptarnos a muchos factores, como la coyuntura y las relaciones. También fue un gran reto entregarse al flujo de la lucha, que es a largo plazo y no puede hacerse en un día, un mes o un año. Aprendimos a ejercitar la paciencia y el aliento.

¿Qué elementos de la organización del campamento de Leonir Orback le han llamado más la atención?

La forma en que los acampados consiguen organizarse política, humana y productivamente es algo impresionante en todos los campamentos en los que he estado. Allí en Leonir, la incansable investigación agroecológica, la producción superproductiva -producen muchos alimentos orgánicos y sin recursos, imagínate con recursos- y el poder que tienen de transformar el árido paisaje de la agroindustria se ven realmente increíbles. Y además de todo esto, me encantó ver que los objetivos políticos están siempre atravesados por una red de afectos muy fuerte que se creó allí y que creo que es uno de los mayores combustibles de la lucha. Son encuentros vitales entre personas de orígenes y lugares de habla radicalmente diferentes, es hermoso verlo. Una curiosidad interesante sobre dos de los personajes centrales de la película, P.C. y Maw Maw, es que siempre se confunden con la familia. Mucha gente se refiere a P.C. como el nieto de Maw Maw, ya que se convirtieron en los mejores amigos de la ocupación.

Citando a Mangueira, campeones revolucionarios del carnaval de Río 2019, «es en la lucha donde nos encontramos».

¿Cómo retrata el documental la multidimensionalidad de la Reforma Agraria Popular y la Agroecología?

La idea es que la película lleve al espectador al centro del debate sobre otros modos de existencia en el campo, que impregna la lucha y la vida cotidiana de las ocupaciones del Movimiento de los Sin Tierra. Intentamos examinar este aspecto no sólo siguiendo las discusiones de los militantes, sino también observando la forma en que el Movimiento se reapropia y reinventa el espacio a partir de estas otras prácticas, que van más allá de las técnicas agrícolas y se extienden a la vida en la resistencia cotidiana. Creo que el cine documental se ha propuesto acercarse a las luchas y realidades sociales adversas en muchos momentos de la historia, pero esta tarea se ha convertido cada vez menos en una tarea de «retratar», de «representar» a los pueblos oprimidos en la pantalla, sino de crear alianzas y trabajar juntos. Y lo que está ocurriendo más recientemente y que es muy valioso es el gesto de apropiación del cine por parte de los movimientos populares, una «ocupación del latifundio de la pantalla», como se oye decir.

En el caso de Chão, a pesar de que somos un equipo de aliados mayoritariamente externos, la película se construyó en estrecha colaboración con el movimiento, desde la investigación hasta el montaje, y desde 2019 también construimos juntos las estrategias de difusión. Como te dije antes, nuestro acercamiento al MST surgió a partir de un interés común por el cine como herramienta de lucha, cuando me invitaron a proyectar un cortometraje que abordaba cuestiones de despojo de tierras en un latifundio de Goiás. Cuatro años más tarde, las asociaciones que surgieron de aquello se convirtieron en este largometraje, en el que personas de diversas partes del movimiento pudieron colaborar, en la propia producción o con un constante diálogo ético, político y estético que se refleja en lo que ha llegado a ser la película. Creo que la película debe su fuerza a esta colaboración.

En la práctica y en el día a día, este «hacer con» sólo podía tomar aliento desde el tiempo, la duración y la convivencia entre todos nosotros, el equipo, los militantes y los acampados. Nuestra presencia constante en el campamento, en las reuniones y en las ocupaciones, exigía que nuestros cuerpos estuvieran disponibles para ocupar juntos y compartir la reinvención diaria de la experiencia en la tierra. Este ejercicio, a largo plazo, agudizó en nosotros el sentido de la observación y la percepción, también sensorial, de los procesos que tienen lugar en la temporalidad propia de la lucha, y que se inscriben en el espacio, en el paisaje que se está modificando. Lo vemos en el campamento en el que viven PC y Vó, que han transformado a lo largo de los años en una especie de refugio regenerador que se destaca de la aridez de la agroindustria que ocupan.

Y para ti, PC, ¿cómo fue la participación en la construcción?

PC: Participar en un documental era un sueño para mí, fue una experiencia apasionante hacer todo esto. Contar la historia de mi vida, la realidad, desde nuestro punto de vista, principalmente con todo el equipo, fue todo muy colectivo. Participar en este documental con casi toda la familia fue gratificante. También requería valor, para no temblar. Al principio, por supuesto, hay un escalofrío en el estómago, pero pude mostrar nuestra casa, acampar y que conquisté. Y la película muestra esto, cómo hemos contribuido al proceso de lucha por la tierra, varios momentos quedarán marcados para siempre.

Me gustaría que hablaras un poco de los temas que atraviesan el documental, no sólo la lucha por la tierra, sino también cómo los medios de comunicación retratan este tema, cómo se tratan las relaciones dentro del campamento y la justicia en relación con los latifundios.

Camila: Las apariciones del movimiento en los grandes medios de comunicación siempre han estado contaminadas por la ideología excluyente de los terratenientes, que son también los dueños de la política y la comunicación en el país. La construcción de los Sin Tierra como bandidos, parias y usurpadores es un reflejo de este statu quo. Creo que hacer películas con un movimiento como el MST implica la responsabilidad de oponerse a esa construcción injusta y maniquea que se ha consolidado históricamente en torno a él, cuidando de no fragilizarlo. No sólo quería distanciarme de la representación mediática en el sentido de los contenidos, sino también de la forma superficial y sensacionalista que puede adoptar, incluso, a veces, en vehículos comprometidos con la izquierda. También nos distanciamos, en cierta medida, del ritmo y la forma directa de las películas militantes con objetivos más inmediatos de denuncia, que tienen una importancia innegable en el proceso de lucha. Nuestra apuesta fue hacer aflorar una poética que se nutre del carácter épico de la lucha, bastante explorada por películas comprometidas y políticas que admiramos, junto a un registro más micropolítico, íntimo y envolvente que nos acerca a las personas que forman parte de ella.

PC y ‘Vó’ en una escena de la película «Chão», de Camila Freitas. Foto: Chão/Reproducción

¿Hay algún otro aspecto que le hubiera gustado explorar más durante el rodaje? ¿Cuáles fueron las mayores dificultades para contar esta historia?

PC: Cada pregunta, cada momento, cada línea, eso fue maravilloso. Fue increíble. Allí hubo un colectivo que debatió, que cortó y algunas cosas no aparecieron en la película, pero que vale la pena recordar, como algunos compañeros que terminaron por no aparecer. También hubo una siembra de arroz en la granja y de maíz aquí en la zona, está nuestra pequeña escuela Renascer aquí dentro del campamento, donde muchos compañeros aprendieron a leer y escribir aquí y se convirtieron en líderes; está la ciranda que hacemos con los niños, que también es muy interesante. Creo que esto no se exploró más en la película, tal vez se podrían haber puesto algunos elementos más, la parte de la cultura, de la educación. Creo que el mayor reto es exponerte, abrir tu vida, confiar en ella, ponerte delante de una cámara que no sabes quién te va a ver, y también explicar esto a la gente, que es una obra colectiva.

Camila: En muchos momentos, estaba muy ansiosa por ver cómo se resolvían las cosas. Ver cómo se asientan las personas, cómo avanzan los procesos judiciales, poder filmar una historia con principio, medio y final. Fue un reto que impregnó todas las etapas de la película: aprender la paciencia y la resistencia de los Sin Tierra y encontrar una gran maleabilidad y disponibilidad en todos los implicados para crear una especie de simbiosis entre la película y la lucha. Y esto fue algo que se estableció a través de mucho trabajo, muchos análisis de la situación, muchas reuniones, muchas elucidaciones y la construcción de la cooperación y la confianza mutua entre nosotros, los campistas, los miembros del equipo de coordinación y otros. Todo esto estaba sujeto a desafíos comunes. Muchas veces, el equipo compartió los temores de prepararse para una acción más audaz o una ocupación, o de enfrentarse a la amenaza de una orden de desalojo, y siempre lidiamos con el equilibrio nada fácil de estar al lado sin agobiarse, favoreciendo la lucha y siendo capaces de sumar y potenciar lo que estaba ocurriendo ante nosotros. Otro de los retos que experimentamos a nuestro lado tuvo que ver con los procesos legales. Mientras el equipo de coordinación, Vitória, Nelson, Gilvan, Bete y todos los demás que estaban allí, se esforzaban por entender algunas de las enrevesadas leyes y las relaciones excesivamente legalizadas de la fábrica de Santa Helena, nosotros también teníamos que hacer un esfuerzo para entender lo que estaba ocurriendo y cómo iba a afectar a la película.

Durante la investigación, nos interesamos mucho por este aspecto de la judicialización y la persecución legal que el campamento de Leonir Orback y el movimiento en Goiás vienen sufriendo desde 2015, con el encarcelamiento arbitrario de militantes y la actuación abusivamente parcial del poder judicial local, que viene protegiendo al grupo empresarial endeudado y corrupto que está detrás de la Usina Santa Helena. Pero esta dimensión jurídica es muy compleja, y además es algo que se desarrolla en tiempos muy largos como la lucha, con el obstáculo adicional de un acceso muy difícil. Entendí, entonces, que detallar esto sería tarea de otras películas, pero que el aspecto legal tendría que existir en la nuestra de alguna manera, ya que impregna la vida cotidiana de la ocupación. En lugar de hacer un seguimiento detallado, nos centramos en la respuesta de los acampados al embrollo con la central, en sus interpretaciones y estrategias de supervivencia y emancipación política para hacer frente a las jerarquías sociales tan arraigadas en las relaciones con la justicia desigual e injusta de este país.

Escena del documental «Chão», de Camila Freitas. Foto: Chão/Reproducción

¿Qué mensaje cree que transmite la película hoy en día? ¿Cómo ve la situación actual y la lucha por la tierra hoy en día?

Camila: El momento en que vivimos -con la llegada de la extrema derecha al poder y la crisis sanitaria que nos ha arrojado a un abismo en el que aumentan todas las disparidades- hace ineludible debatir las cuestiones que el MST viene planteando desde hace tiempo como centrales en el debate sobre la cuestión agraria: no se trata «sólo» de repartir la tierra, sino de hacer cambios radicales en las formas de ocuparla y vivirla. Creo que el mundo es muy (más) consciente de estos temas ahora, desde diferentes perspectivas, y creo que la película se suma a esta reflexión sobre lo que necesitamos urgentemente repensar en nuestro viaje (y el de las futuras generaciones) por esta Tierra. Lo que aprendo de los personajes de la película y de la lucha por la tierra en Goiás es que no hay lugar para el miedo o para rendirse, incluso frente a enemigos y obstáculos gigantescos. Incluso frente a una tierra devastada por el monocultivo, por los agrotóxicos y por una visión totalmente monetizada de lo que puede producir, personas como Vó, PC, Vitória, Bento, y tantos otros implicados en esta lucha, nos aportan la perspectiva de una resistencia que se hace en el día a día, en la vida cotidiana, poco a poco y a escala humana.

Y ahora, con el aislamiento social necesario para atravesar esta crisis, desgraciadamente desgobernada, se acentúa mucho la importancia de pensar en la lucha hacia adentro. La película tiene este tono, que a veces puede estar en desacuerdo con lo que se espera de una película sobre la lucha. La lucha del MST no sólo se da en su cara épica y visible de protestas y acciones audaces, en la adrenalina de las ocupaciones, en la idea de conquista; también se da en los intervalos, en los tiempos aparentemente «muertos», en las interminables negociaciones con los gobiernos que nunca resuelven nada, en las derrotas, en las pérdidas y retrocesos, en el cruce de todo tipo de inclemencias. Independientemente de la coyuntura política, es en los campamentos donde este proyecto utópico -en el sentido más concreto de la palabra- se riega a diario, incansablemente.

El personaje de Maw Maw nos habla de esta utopía y de esta temporalidad: ella, que hasta casi los 70 años vivía en un entorno urbano, nos habla de la capacidad humana de transformarse y elegir otras formas de ser y estar en el mundo, en cualquier momento. Cuando Maw Maw diseña el sueño de producir productos ecológicos en su futura parcela, sabe que no sólo trabaja para ella y sus hijos, sino para un cambio estructural que puede llevar décadas o siglos todavía, y que posiblemente sólo podrán cosechar las generaciones futuras. Es un rechazo a la precariedad que se hace posible cuando un colectivo se une, y que se vive a largo plazo.

PC: Somos y seremos capaces de hacerlo. Estamos en la lucha por la tierra y por la transformación social, estamos avanzando y hemos logrado superar esta barrera: hemos conquistado el cine nacional e internacional. Somos y seremos capaces de cambiar la realidad, este es el mensaje de la película. Así que, ¡viva el MST, viva «Chão», viva Camila, viva cada compañero de esta ocupación de Leonir Orback y los compañeros que se unieron a la ocupación de la granja Santa Mónica desde otros campamentos!

La coyuntura es la lucha por la tierra, y continúa hasta hoy. Creo que tiene que haber más determinación, lucha, canto, más ocupación, más trabajo de base para los campamentos, asentamientos, para rescatar incluso a los militantes históricos. Y esto hace que nuestro proceso avance. Falta información, comunicación, libros, así que tenemos que hacer llegar todo esto a la gente. Cuando esta pandemia termine, salgamos a la calle, hagamos nuestro trabajo militante y luchemos por la Reforma Agraria Popular.

Camila Freitas a la izquierda. A la derecha Camila Machado (compañera de sonido) y Nelson, compañero sin tierra del MST en Goiás

Entrevista realizada por Iris Pacheco e Pablo Vergara (primera parte) y Fernanda Alcântara, de la página del MST. Editada por Fernanda Alcântara y Solange Engelmann

Fuente : https://mst.org.br/2019/03/27/o-cinema-abre-possibilidades-infinitas-de-reflexao-defende-cineasta-camila-freitas/

Traduccion : Thierry Deronne

URL de este articulo : https://escuelapopularcineytv.wordpress.com/2022/05/28/el-cine-abre-infinitas-posibilidades-de-reflexion-como-camila-freitas-realizo-el-documental-chao/

La lucha del pueblo vietnamita en la documentalurgia cubana de Santiago Álvarez

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Introducción

Crear dos, tres… muchos Vietnam, es la consigna.

Ernesto Guevara, 1966

Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz.

José Martí

Como en el resto del mundo occidental, Cuba sabía poco de Vietnam. El único antecedente que los cubanos tenían del país asiático era la referencia que hiciera José Martí en Un paseo por la tierra de los anamitas, editado en la Edad de Oro, en octubre de 1889; y las notas de prensa sobre la Batalla de Dien Bien Phu, que puso fin a los años de colonialismo francés en Indochina, luego de la Segunda Guerra Mundial.

Santiago Álvarez como realizador del Noticiero ICAIC Latinoamericano recorrió diversas regiones del mundo para retratar los sucesos y las personalidades más significativas de la segunda mitad del siglo XX. A Vietnam viajó en quince oportunidades acompañando a Fidel Castro en sus viajes diplomáticos, e incluso fue convocado en los años setentas a pedido de las autoridades vietnamitas para rodar un documental celebratorio de la unificación del país. Así nacía Abril de Vietnam en el año del gato (1975).

En este sentido, el pequeño país del Sudeste Asiático tuvo una presencia decisiva en sus noticiarios y documentales de agitprop. En ellos se destaca el singular uso poético del montaje visual y sonoro que caracteriza sus obras. Hanoi, martes 13 (1967), L.B.J. (1968), La guerra olvidada (1967),79 primaveras (1969) y una serie de noticieros documentan, en los años sesentas, este período histórico bélico acontecido bajo la administración Kennedy y Johnson, signado por la escalada norteamericana a Vietnam.

El fin de la guerra se daba en el marco del triunfo del Frente Nacional de Liberación y el Ejército de la República Socialista de Vietnam. Así, en julio de 1976 se efectúa la reunificación de Vietnam del Norte y Vietnam del Sur en la República Socialista de Vietnam.  En esta década el director cubano realiza cuatro documentales más y dos ediciones extraordinarias de Noticieros sobre la lucha del pueblo vietnamita:El drama de Nixon (1971), Abril de Vietnam en el Año del Gato (1975), Los dragones de Ha-Long (1976), El gran salto al vacío (1979), Sobre el problema fronterizo entre Kampuchea y Vietnam (1978) y Tengo fe en ti (1979).

En julio de 1978, en unas palabras pronunciadas en la inauguración del Festival del Cine Joven, en la Cinemateca de Cuba, en el marco del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, Álvarez señalaba con agudeza que: “abordar la historia, contarla e interpretarla, no es solamente una operación cinematográfica, sino que ha sido, es y seguirá siendo, una necesidad ideológica, cultural y política” (1978: 145).   Esa es la poética y política que reponemos en este análisis sobre el corto documental 79 primaveras, realizado por Álvarez al finalizar la década del sesenta. Asimismo, este trabajo se enmarca en una investigación de mayor alcance sobre el tópico internacionalista en la obra del realizador cubano.

La documentalística cubana de agitprop

Hay un consenso general en el campo acerca del estilo rupturista e innovador del director de cine, catalogado como uno de los referentes de la documentalística cubana. Sin embargo, salvo algunas excepciones que a modo de biofilmografía compilan su producción. Por otro lado, tanto la crítica cinematográfica como la historiografía del cine centran sus análisis en el marco de la teoría estética. Menos analizado resulta aún el noticiero cinematográfico que dirigió por tres décadas, aunque recientemente éste es objeto de abultadas crónicas periodísticas y publicaciones de divulgación, en gran medida producto del entusiasmo que motivó la inscripción, en el 2009, de sus ediciones al Registro a Memoria del Mundo por la UNESCO. En función de esta problemática en esta investigación se busca aportar a un análisis que desde la sociología de la cultura, la historiografía del cine y la comunicación incorpore y trascienda la estética cinematográfica. En este sentido, se examinará la producción informativa y documental del realizador, así como sus modos de intervención intelectual en el clima cultural de su época.

En Cuba, el documental se situó a la vanguardia de los restantes géneros cinematográficos. La creatividad, y riesgos artísticos asumidos por los documentalistas del ICAIC delinearon una cartografía documental singular, que a partir de la realización de Ciclón (Álvarez, 1963) se fecha como “el despegue definitivo” y la punta del iceberg del movimiento documental cubano.[1] De allí en adelante el prolífico cine del director cubano expresó cuadro por cuadro, en cada uno de sus 115 documentales,  571 noticiarios y 2 ficciones, una mirada crítica y comprometida sobre la realidad cubana y los pueblos del Tercer Mundo que asumió al cine como una herramienta artístico-comunicacional de agitación y propaganda. Las imágenes e imaginarios del Internacionalismo y la solidaridad con los pueblos en lucha promovidas desde el noticiario y los documentales de Álvarez anclaron en una matriz histórica y cultural de tratamiento de la conflictividad social construida a partir de la tensión bipolar en el marco de la geopolítica de la época. El tópico expresa a su vez el núcleo de –como señalaba el realizador- “las angustias, desesperaciones y ansiedades” que el director señalaba como los “resortes inherentes a toda motivación de cualquier cineasta del Tercer Mundo”, instituyéndose en una problemática recurrente en su obra periodístico-documental (Álvarez, 1978: 35-36).

La defensa del valor periodístico en la dimensión documental así como la documental en el periodismo cinematográfico fue una marca en la obra del director.  El Noticiero ICAIC Latinoamericano tuvo un tratamiento estético que ha influido creativamente en el género documental dando origen a lo que Santiago Álvarez denominó como “docunoticieros”.  Alguno de estos tipos particulares de géneros híbridos, noticieros que devinieron en cortos documentales,  tuvieron una circulación internacional que permitió darle al realizador y a las obras una mayor visibilidad y reconocimiento en el campo. Álvarez señalaba que por ejemplo Ciclón (1963) y Now! (1965), como la mayoría de sus documentales, habían “nacido en el Noticiero”; reivindicando así su vocación y hacer periodístico: “antes que documentalista soy periodista –decía- y tengo la opinión de que un buen documentalista es también un buen periodista” (Jacob, 1969: 27-28).

79 primaveras. Del Benny al Tío Ho

El funeral del sonero Benny Moré es uno de los primeros noticieros realizados por Santiago Álvarez. La cobertura del sepelio “del Benny” formó parte de la edición politemática nro. 142 del ICAIC, estrenada el 25 de febrero de 1963, junto al Informe de Fidel Castro dirigido a los miembros del PURSC, el Corte de caña en la Central Ciro Redondo, la Selección de la Estrella del carnaval y el X Congreso Médico de Estomatología. Alguna de las particularidades del uso distintivo del lenguaje de aquella renovada pieza periodística cinematográfica consistía en el uso singular de la banda de sonido, caracterizada por la inclusión de una voz over de tono irónica y provocativa, antes que la tradicional reconocida como predecible, engolanada y solemne. Por su parte, la banda de imágenes jugaba con las representaciones “menos acartonadas” de un Fidel Castro probando con gracia los micrófonos, momentos antes de su parlamento ante los miembros del Partido Unido de la Revolución Socialista, en el Teatro Chaplin; unos atrevidos primeros planos en picado y contrapicado montados a los fines de exaltar las curvas de las participantes del evento de carnaval, y los planos detalle de las miradas deseantes de los asistentes al desfile. Sin embargo, la nota final del noticiero, la de “el Benny”, tributa a un registro inédito por el nivel de riesgo estético y poética asumido por Álvarez en aquella fundacional nota fúnebre, de solo cuatro minutos.

Desde el inicio, el recurso del barrido como separador entre notas auguraba la audacia de un registro documental que despegaba de la forma en que la crónica noticiaba este tipo de sucesos. El ataúd pasando por debajo de la cámara en el cortejo fúnebre; las sombras en la calle de los militares que encabezaban el desfile; y el plano detalle, a cámara en mano, de la batuta del director de la banda de música emulando al emblemático bastón del Sonero Mayor; entre otros registro de imágenes de archivo compone con maestría inusitada junto a la banda de sonido con canciones del propio sonero. A la distancia parecería una simpleza, pero para la época aquella audacia documental en Cuba fundaba el primer registro de esta naturaleza, del mismo modo inédito en los restantes noticiarios. De manera que se evidencia en esta pieza periodística la emergencia de unos rasgos novedosos y personales, en el plano de la narración y la puesta en escena, que abonan a una renovación del periodismo cinematográfico.

Hecha esta referencia obligada a la cobertura noticiosa funeraria en la obra de Álvarez, 79 primaveras, el corto documental estrenado en el año 1969, es un testimonio sobre la vida y la muerte de Ho Chi Minh. En este sentido, el testamento político del líder vietnamita, constituye un alegato al internacionalismo y al llamado a la unidad del campo socialista.

En Romper la tensión del arco. Movimiento cubano de cine documental, el crítico y documentalista Jorge Luis Sánchez González sostiene respecto a la película:

Ho Chi Minh es una personalidad que amerita un filme. Santiago Álvarez lo sabe. Ya le es imposible contenerse dentro de un asunto; esta vez, la muerte del legendario líder. Rompe el reducido espacio del reportaje  -lo socorrido ante un funeral-  y arma una estructura preciosa por exacta, auxiliado por el material de archivo, fotos, y unos pocos metros de película sobre el sepelio (2010: 195).

El 6 de septiembre de 1969, por primera vez, Cuba volaba con aviones propios a la República Democrática de Vietnam. 19.795 kilómetros realizados en 43 horas de vuelo, de La Habana a Hanoi, con escala técnica en Gánder, Shannon; Moscú, Tashkent y Calcuta. El motivo de este viaje singular era la asistencia a las honras fúnebres del presidente vietnamita. La delegación era presidida por el Comandante Juan Almeida, Ramiro Valdés, del Buró Político y Julio García Olivera, del Comité Central. Acompañaban a esa comitiva viajaba Santiago Álvarez y los realizadores del equipo del ICAIC para tal registro cinematográfico.

El funeral tuvo lugar el día 9 en la Plaza Ba Dinh, la comisión cubana fue recibida en la tribuna presidencial por el general Giap y el primer ministro Phan Van Dong. Desde el inicio del documental el director plantea la metáfora del florecimiento a partir de la secuencia de pimpollos, que se concatena y sobreimprime a pantalla completa. Una flor que florece es en sí la representación de la primavera, la estación más prometedora del año, la figura retórica apela de este modo a lo por venir: al Porvenir.  Los blanco sobre negro que aparecen en las placas, separadores gráficos, así como en el tratamiento fotográfico opera a favor de un discurso binario que tensiona y va de positivo-negativo, vida-muerte, lucha-agresión y victoria-derrota. Instituyendo desde su discurso polémico a destinatarios y contradestinatarios (Verón, 1997).

La primera imagen de Ho Chi Minh que aparece en la secuencia cronológica planteada del líder vietnamita no es la de un bebé, ni la de un niño sino la de un joven universitario, de saco y corbata, como vestía en la época las clases acomodadas. Así, esta evolución cronológica, se ciñe a la vida política del líder, y se representa en cuatro tiempos, que marcan los cuatro primeros planos de su mirada; que van del joven universitario, militante del Partido Comunista Indochino, al casi octogenario presidente de la República Socialista de Vietnam. La banda de sonido incidental armoniza las imágenes probatorias.

Dos separadores gráficos, de fondo blanco y letra negra imprenta minúscula, nos ubica en otra secuencia. La leyenda: “una cuerda amarraron a mis piernas” contradice la caminata de Ho Chi Minh. Al espectador cubano probablemente aquellos planos cortos de las sandalias del primer mandatario le resuenen familiares, y apele a su memoria emotiva para rememorar esos registros aparecidos en la edición noticiosa de unos meses atrás.[2] Aunque esta vez Álvarez recorta y encuadra los planos de los pies de Ho Chi Minh (nada amarrados) recreando los planos más generales, que con acierto filmara Iván Nápoles. De esa fundacional entrevista al mandatario en los jardines del Palacio Presidencial retomará Álvarez también la secuencia de la fosforera y el cigarrillo. Las imágenes acompasadas del ritual del encendido del cigarrillo opera en contrapunto con la siguiente leyenda: “y los brazos me ataron…”. Sobre los recuerdos e impresiones de aquella entrevista el director cubano recordaba:

Nosotros filmamos a Ho Chi Minh encendiendo un cigarrillo, detallamos específicamente sus manos mientras lo hacía, y hay que ver los movimientos de las manos; calculados, precisos, serenos… también se denotaba la ecuanimidad en sus ojos, en su forma de mirar (Morales, 2008: 88).

Entendemos que si bien Álvarez utiliza material de archivo de los Estudios Fílmicos de la ciudad de Hanoi y del noticiario vietnamita, el tipo de registro “periodístico” del instituto de cine cubano porta necesariamente una densidad poética singular, que le confiere un plus semántico diferencial el poder hacer foco en la cotidianidad y la humanidad del líder retratado. Restricciones propias de la prensa filmada local, debido a que la coyuntura política de Vietnam, la urgencia informativo-documental y contrainformativa de esos tiempos bélicos acotaban las posibilidades de registros cinematográficos de mayor distanciamiento reflexivo. De manera que es muy probable que las imágenes buscadas y logradas por el director cubano en aquella entrevista a Ho Chi Minh permitieran al equipo del ICAIC representar el tono cordial y distendido de una charla entre compañeros de lucha, cubanos y vietnamitas.

En la secuencia contigua, la estrategia discursiva de Álvarez se apoya en un recurso narrativo que mixtura lo histórico y biográfico, relevando la lucha independentista de Vietnam y de Ho Chi Minh. Los seis separadores gráficos, a letra minúscula imprenta, refieren a: a) la edad de Ho Chi Minh, b) los años-primaveras, y c) el hito histórico representado:

1        a) 30- b) primaveras- c) participó en la fundación del partido comunista de Francia (1920)

2        a) 35- b) primaveras- c) en cantón (china) funda la liga de los pueblos oprimidos de Asia (1925)

3        a) 40- b) primaveras- c) en Hong-Kong funda el partido comunista de Vietnam (1930)

4        a) 51- b) primaveras- c) funda la liga de la independencia de Vietnam (1941)

5        a) 55- b) primaveras- c) lucha contra colonialistas franceses y fascistas japoneses (1941-1945). La revolución de agosto y proclamación de la independencia.

6        a)  64- b) primaveras- c) victoria de Dien- Bien-Phu contra el colonialismo francés (1954)

En este sentido, la banda de imágenes probatoria articula registros actuales del funeral y material de archivo, del instituto de cine vietnamita. En la misma se puede rastrear con fragmentos de archivo documental y de ficción: las dotes de estratega de Ho Chi Minh, y la transformación del ejército vietnamita: el de fajina del guerrillero, el de la primera independencia colonial, y el de la República. La secuencia cierra con las mismas imágenes del inicio, con panorámicas del funeral y planos cortos del palco oficial. La banda de sonido entona los acordes del himno nacional, tocado por la banda de la orquesta del Ejército.

Luego, la voz de Omara Portuondo cantando La era está pariendo un corazón del trovador Silvio Rodríguez, ilustra las imágenes de niños risueños cantando y bailando con Ho Chi Minh en los jardines del Palacio Real.

Uno de los rasgos de la personalidad de “aquel hombre aparentemente endeble” era su pasión por los niños, al respecto señala el director cubano que: “Entre sus grandes pasiones estaban los niños. Él a cada rato los invitaba a su casa o iba a un colegio, hablaba con ellos; hablar con los niños lo reconfortaba, lo ponía alegre y optimista” (Morales, 2008: 88).

Un disparo pone fin a la feliz secuencia de Ho Chi Minh y los niños, para dar paso a otra desgarradora anclada en las imágenes de, ahora niños mutilados. De manera que la banda de imagen y sonido cambia radicalmente con la sucesión fotográfica de rostros desfigurados por el Napalm. Estas imágenes son “recuperadas” del noticiero ICAIC nro. 428 de noviembre de 1968 que informa sobre el II Simposio contra el Genocidio yanqui en Vietnam.  La música de Portuondo en la pieza noticiosa enmarca una serie de ocho fotografías en primer plano de niños asesinados y desfigurados, y un plano general de uno desnutrido que yace desnudo.  Esta serie descarnada de imágenes son las de cierre de aquella edición informativa. En ésta hay un tratamiento diferencial de las imágenes que aparecen a pantalla partida para dar lugar a los planos detalle de ojos, boca y piernas. Estas apariciones sobreimpresas instituyen representaciones incluso más descarnadas que las originales por la exacerbación de estos cuerpos destrozados, a partir del fotomontaje que opera en función de la representación de la amputación.

Dos separadores con la inscripción del texto con las palabras de Ho Chi Minh: “comenzaron a matar para vencer” y “ahora matan porque no pueden vencer” explicitan aún más los fragmentos de la violencia y ferocidad del ejército norteamericano en Vietnam, pero también ilustran la represión en las movilizaciones locales que se manifiestan contra la guerra.  Aquí también el texto y el registro audiovisual del asesinato del soldado vietnamita por parte de los mercenarios estadounidenses está inspirado en el noticiario nro. 428 del ICAIC. El tratamiento de las fotografías, en este trabajo estuvo a cargo fundamentalmente de la creatividad y experticia de Jorge Pucheaux, quien desempeñó un papel destacado en el manejo de la Truca, la máquina para realizar efectos ópticos visuales especiales del ICAIC.[3]

En el minuto dieciséis del documental, el tiempo narrativo retoma el tiempo presente para quedarse allí hasta el final. Esta vez, la placa (la número siete en continuidad con las anteriores) se enmarca en el contexto de la independencia definitiva del pueblo vietnamita.

7. a)  75- b) primaveras- c) nada es más precioso que la libertad y la independencia (1966).

El avión que vemos derribar al ejército vietnamita es el número 2921, según informaba el Noticiero ICAIC Latinoamericano nro. 408, del martes 21 de mayo, solo que ahora esas imágenes se articulan con el cortejo fúnebre de Ho Chi Minh, y no con “la Gran Siembra de primavera”. El avión derribado, que denota la fortaleza de la resistencia del pueblo vietnamita compensa, de manera simbólica, a las imágenes desoladas de niños, hombres y mujeres llorando la partida de su líder.  La secuencia de la despedida al patriota también está puesta a dialogar con la caminata de Ho Chi Minh registrada por Nápoles porque en esta oportunidad los pies de Ho Chi Minh se multiplican en el andar del pueblo, reforzando la representación de lo popular a partir de la figura de “las modestas sandalias”.

En su testamento político Ho Chi Minh había dejado expreso mandato de que sus honras fúnebres fueran sencillas y que no se realizara ningún derroche en ellas. Y así fueron, rememora Álvarez que:

El acto fue de una sencillez y modestia tan evidentes, como impresionante y emotivo. Se me ocurre comparar esta ceremonia con la que se le hizo al Che en la Plaza de la Revolución cuando Fidel dio a conocer su muerte. Tal parece que a los grandes de la Historia, los pueblos los alzan en sus brazos de esta forma, porque para rendir tributo a los héroes de la humanidad no hace falta los artificios basta los entrecejos fruncidos y los ojos humedecidos por el dolor, eso es lo único necesario para expresar toda la dimensión del sentimiento de un pueblo (Morales, 2008: 90).

Por su parte, la representación de los miembros del Buró Político vietnamita apela a otro tipo de representación. El llanto de los altos mandos del Partido se hermana con los del pueblo. Así lo ratifican los planos cortos y detalle de los herederos del líder; el pueblo y la dirección del Partido. En esta secuencia circulan los líderes cubanos, a partir de la sucesión de fotos de Ho Chi Minh junto a Osvaldo Dorticós, Raúl Castro, Melba Hernández, Haydée Santamaría; y la asistencia de Fidel Castro a la ceremonia fúnebre realizada en Cuba.

Más tarde, los dos separadores gráficos con pasajes literarios de José Martí: “La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida” y “Ahora ni es tan largo el camino ni estoy solo”, se desmarcan de las fronteras locales y apelan al tópico internacionalista bajo la representación de las manifestaciones mundiales a favor de la paz y el cese de la agresión a Vietnam.

Los últimos tres minutos y medios del documental se abocan al testamento político del líder vietnamita, bajo la consigna: “Que la división del campo socialista no ensombrezca el futuro”.  Este es el legado político ideológico de Ho Chi Minh que legitima Santiago Álvarez como discurso último. La muerte de “el Tío Ho” en la coyuntura política, agudizada por las tensiones evidentes a esas alturas entre China y Rusia, podía hacer peligrar el triunfo del Ejército de Vietnam del Norte. Con esta preocupación en su horizonte político, el director cubano les pide a los realizadores de trucaje que “de una manera creativa” refuercen esta idea de la unidad del campo socialista y sus peligros latentes. Jorge Pucheaux es quien estuvo a cargo del especial pedido de Álvarez.

Así, la secuencia final del documental desborda en su imaginería metafórica. El tratamiento estético dado a esos fragmentos de la guerra desafiaba al aparato incluso,  ya la Truca no está diseñada para arruinar películas sino para corregirlas. De manera que Pucheaux tuvo que cortar a mano la película y hasta quemarla con un cigarrillo mientras ésta corría por la ventanilla del Proyector.

La Truca comenzó a funcionar y mientras la película entraba en el Gate del Proyector cuadro a cuadro para ser recopiada, la iba rajando con la cuchilla. El maravilloso equipo me estaba dejando hacer esto, pero era necesario hacer algo más atrevido, entonces comencé a cortar también con una tijera la película antes de que llegara a la ventanilla, así le daba la forma que yo quería. La Truca me aceptaba que la cinta toda rajada, cortada, pasara por el Gate. Entonces en un fotograma determinado, le acerqué un cigarro encendido y cuadro a cuadro lo fui quemando, imitando lo que había sucedido en la proyección en la sala de revisión. . Este proceso duró una media hora. En ese tiempo había podido pasar toda la secuencia sin que esta se trabara en el mecanismo del Gate. Del otro lado del proyector estaba la cámara que ya había logrado registrar todo aquel desbarajuste, Después solo me quedó sobreimponer en aquella imagen, al final, un cartel que reforzara la idea. “Que la división del campo socialista no ensombrezca el futuro”.[4]

Cuando Santiago Álvarez vio esa secuencia quedó fascinado.  El fílmico de la guerra, prendiéndose fuego literalmente; y la banda de sonido, por su parte, con los disparos ininterrumpidos y ensordecedores de la aviación que saturaban la densidad de toda simbología bélica.

El segmento final, da un giro radical a este registro “traumático”. La música clásica opera como un bálsamo a los oídos agobiados del espectador. La banda de imágenes retoma el aliento inicial con el florecer de las margaritas y la recomposición del accionar bélico. El tono esperanzador del documental, se encauza con el discurso de cierre del mensaje de Ho Chi Minh revalidado en los separadores: “Derrotados los yanquis, construiremos una patria diez veces más hermosa”.

De allí en más, así como Now! dejó sentado el precedente del uso de la mesa de animación, disponible a partir del año 65 cada viernes para el noticiero; 79 primaveras habilitaba definitivamente el uso de la Truca en la documentalística de agitprop cubana.

Algunas consideraciones finales

79 primaveras integra el corpus de filmes estatales de propaganda del ICAIC que arriesgaron un uso experimental de los recursos narrativos empleados, desmarcándose así de los cánones de organización y enunciación transparente propio del documental expositivo o de observación afín al cine militante (estatal o partidario).

Así, a la luz de identificar el uso de un archivo común compartido, se precisan cuestiones estructurales, narrativas y tácticas que hacen a la reutilización de recursos formales que intervienen en la institución de un estilo.

Los documentales sobre la guerra de Vietnam realizados por Álvarez, reproducidos en forma dominante por el ICAIC, cumplieron un importante lugar de mediación en lo que hace a la construcción de la memoria historia y el imaginario internacionalista ideario del gobierno socialista.

En relación a la argumentación que vertebra el discurso la forma dicotómica en que el filme presenta a los acontecimientos y actores estructura un relato bélico que de antemano establece el binomio héroes-revolucionarios y mercenarios-enemigos, ejes que tensionan el proceso histórico representado.

El discurso binario y dicotómico de estos filmes, concebidos como materiales de agitprop con objetivos explícitos de movilización, agitación y propaganda, se circunscribieron a lo que Eliseo Verón (1987) caracterizó como discurso político cuya dimensión polémica constitutiva establece y prescribe su destinación, esto es a un destinatario positivo: el paradestinatario, y un destinatario negativo: el contradestinatario.

Bill Nichols (2007) vincula al documental con los discursos de sobriedad, con aquellos discursos que emanan de la ciencia, de la economía y de la política. El poder instrumental de estos relatos se asienta en dar a conocer un argumento expositivo que tiene referentes reales y son vehículos de poder y de conciencia, y apuntan a lo “objetivo” ya que su objetivo central sería “representar el mundo histórico”. De allí a que la presunción de veracidad del enunciado sea otro de los parámetros que rigen el género.  En los documentales de Santiago Álvarez, el corpus periodístico-documental analizado, ceñido al tópico internacionalista, da cuenta de un tratamiento diferencial de los recursos empleados y “pertinentes” a esta modalidad de representación. El caso del escamoteoen el uso de entrevistas, muy propias del documental expositivo clásico que recurre a las afirmaciones de testigos o expertos calificados para consolidar un montaje probatorio “un montaje que reúna las mejores pruebas posibles para defender una cuestión” (Nichols, 1997:46); se debe a una elección de orden estético y experimental del realizador.

Álvarez explora un discurso documental que configura su narrativa a través de recursos centrados en la alegoría y la metáfora para garantizar los tópicos de la serenidad y voluntad del pueblo vietnamita y su líder.  A partir de estas figuras retóricas se vehiculizan representaciones del orden de lo lírico, épico y mítico.  En el caso de Vietnam, el discurso fílmico nunca pone en discusión el acontecer de la “victoria final”, ni siquiera en los momentos más duros de la guerra, durante la escalada estadounidense. Sin embargo, la resistencia del pueblo vietnamita aparece, en todos los casos, representada a partir de una dimensión puramente defensiva, que tracciona el discurso binario y dicotómico de los documentales. La matriz del tópico intervención/resistencia se construye a partir de dos grandes cadenas asociativas que se instituyen irreconciliables: invasor/invadido.

  1. El invasor. Imperialismo, país: grande-arrogante-prepotente y desarrollado
    1. El invadido. Vietnam, país: pequeño-pobre y martirizado

En el filme analizado podemos encontrar una unidad temática (a partir del tópico Internacionalista predeterminado) pero también podemos concluir que hay una unidad estética que establecemos a partir de determinados recursos estilísticos de relatos que mixturan imágenes de archivo y la fotoanimación.

De manera que en la estructura dramática empleada hay un movimiento progresivo que pasa del estadio de lo descriptivo a lo programático, donde ancla el porvenir como horizonte político del tópico Internacionalista planteado en este filme que deja fuera de juego a la voz over –voz de autoridad de los discursos expositivos- a fin de favorecer el despliegue de recursos poéticos y metafóricos, vía el uso del fotomontaje, el trucaje, el dibujo animado, la gráfica y la señalética.

Entendemos que el ICAIC dedicó una parte sustancial de su programación a la construcción simbólica del internacionalismo, representación central que hizo a una política comunicacional cinematográfica vinculada estratégicamente a la Política Internacional del gobierno revolucionario. En el periodo, Vietnam se instituyó en un actor privilegiado de la geopolítica internacional, y más aún en la geopolítica del campo socialista. Como resaltara Ernesto Guevara en su Mensaje a los Pueblos del Mundo sostenido en la Conferencia Tricontinental “Crear dos, tres, muchos Vietnam” expresaba más que una consigna la estrategia política de la Cuba Internacionalista.

Según datos de la Cinemateca de Cuba, hacia el año 1982 la temática internacional e histórica (personalidades, hechos históricos, etc.) abarcaba el 21, 63 por ciento de la producción documental del instituto de cine cubano.  Santiago Álvarez, en sus quince viajes al país asiático concentró el registro fílmico de la cobertura de la Guerra de Vietnam, erigiéndose en el director más prolífico sobre la temática a nivel local pero también mundial. En este punto, su producción periodístico documental tuvo un carácter innovador que se desmarcó de los cánones tradicionales del género bélico, al proponer una poética singular que registró una estética del collage de agitprop ligada a la denuncia y la contrainformación.

Ficha Técnica

79 primaveras[5]

Documental

Año: 1966

Duración: 25 minutos

B/N

Dirección y Guión: Santiago Álvarez

Fotografía: Iván Nápoles

Edición: Norma Torrado

Sonido: Raúl Pérez Ureta

Edición de sonido: Idalberto Gálvez

Trucaje: Jorge Pucheux, Pedro Luis Hernández, Pepín Rodríguez, Santiago Peñate

Diseños: A. Fernández Reboiro

Corte de negativo: Rosalina Saavedra

Ingeniero de sonido: Carlos Fernández

Traducción de poemas: Félix Pita Rodríguez

Material de archivo: Estudios Fílmicos de Hanoi, Vietnam

Textos de Ho Chi Minh y José Martí

Bibliografía

Álvarez, S. (1964). La noticia a través del cine. Cine Cubano ,  23-24-25.

Álvarez, S. (1968). Cultura y Medios Masivos de Comunicación.El cine como uno de los medios masivos de comunicación. Cine Cubano , 49-51.

Álvarez, S. (1978). El periodismo cinematográfico. Cine Cubano , 34-39.

Bustos, G. (2012). Santiago Álvarez y el Noticiero de la Revolución Cubana. En N. Vinelli, Comunicación y televisión popular. Escenarios actuales, problemas y potencialidades (págs. 145-160). Buenos Aires: Cooperativa Gráfica El Río Suena.

Jacob, M. (1969). Reportaje a Santiago Álvarez. Cine del Tercer Mundo , 25-42.

Nichols, B. (1997). La representación de la realidad. Cuestiones y conceptos sobre el documental. Barcelona: Paidós.

Piedras Rodríguez, M. (2003). Cine Cubano. Selección de lecturas. La Habana: Editorial Félix Varela.

Sánchez González, J. L. (2010). Romper la tensión del arco. Movimiento cubano de cine documental. La Habana: Ediciones ICAIC.

Verón, E. (1987). La palabra adversativa. Observaciones sobre la enunciación política. En A. L. Verón Eliseo, El discurso político. Lenguajes y acontecimientos (págs. 11-26). Buenos Aires: Hachette.


[1] El investigador Jorge Luis Sánchez González realiza un exhaustivo estudio del movimiento cubano de cine documental a partir de una periodización de siete etapas-tramos de las cuales señala el año 1963 como la apertura del “tercer tramo” caracterizado como el inicio del movimiento (2010: 97-111).

[2] Hacemos referencia al Noticiero ICAIC nro. 408 estrenado el 21 de mayo de 1968.

[3] Algunos de los filmes en que se destacó Pucheaux fueron: Ciclón, Now, L.B.J., Hanoi martes 13, 79 primaveras, El sueño del pongo, Cómo, por qué y para qué se asesina a un general, de Santiago Álvarez; La muerte de un burócrata, Memorias del subdesarrollo y Hasta cierto punto de Tomás Gutiérrez Alea; Aventuras de Juan Quin Quin en pueblo mocho y Reina y Rey, de Julio García-Espinosa; Coffea arábiga y Ociel del Toa, de Nicolás Guillén Landrián; Lucia y Un hombre de éxito, de Humberto Solás; La primera carga al machete, de Manuel Octavio Gómez; Vida y muerte en el morrillo, de Oscar Valdés,; Viva la república, de Pastor Vega; Papeles son papeles, de Fausto Canel; El hombre de Maisinicú, de Manuel Pérez; El brigadista, de Octavio Cortázar; y Nosotros la música de Rogelio París.

[4] Pucheaux, J. “De mi paso por el cine” publicado el 11 de junio de 2010. Disponible en http://jpucheux.blogspot.com.ar/2010/06/recordando-una-secuencia-de-79.html

[5] Premios y reconocimientos: Gran Premio Paloma de Oro; FIPRESCI; Especial de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas. Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje. Leipzig, RDA. / 1970. Gran Prix. Festival Internacional de Cortometrajes. Tampere, Finlandia. / 1975. Premio Fructuoso Gelabert del Cine Club Catalán al programa de filmes presentados. Semana Internacional de Cinema. Barcelona, España. / 1988. Premio Loto de Oro del Ministerio de Cultura. Festival Nacional de Cine. Vietnam.

Fuente: https://latinoamericano198.rssing.com/chan-35985009/article12.html

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Clase III de la Escuela de Movimientos Sociales «Hugo Chavez» : sobre la edición de documentales con los movimientos campesinos

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Como editar documentales sobre movimientos campesinos sin usar las recetas técnico-industriales ? En esta tercera clase de la Escuela de Comunicación de los Movimientos Sociales « Hugo Chávez », el profesor Miguel Escalona, editor de numerosos documentales del canal campesino Terra TV y de la Escuela Popular y Latinoamericana de Cine y TV (EPLACITE) propone algunas pistas de trabajo fuera de lo comercial, desde una metodología basada en la comprensión del tiempo intrínseco del material filmado y del conocimiento profundo del enfoque campesino.

 

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